lunes, 1 de marzo de 2021

LLANTO AJENO, FELICIDAD PROPIA.


 ¿No les ha pasado que de repente cuando vamos por la calle y no topamos con un billete tirado en el piso, lo recogemos y nos llenamos de regocijo, pero luego nos invade la tristeza cuando pensamos que alguien los perdió y muy probable, en ese instante debe estar sumido en una angustia al ver que ha perdido su dinero?

Pues lamento decirles que en este entramado mundo en el  que vivimos, esa es la realidad, la felicidad de unos se basa en la tristeza de otros. Y por más que intentemos cambiar esa ley es imposible, pues nuestra individualidad nos lleva a buscar siempre una satisfacción que siempre va a perjudicar a otros.

La naturaleza nos lo deja ver a diario, el león sacia su hambre a costa de la desgracia de la presa, pues al cazarla está obteniendo una alegría y la víctima obtiene sufrimiento y la muerte.

La alegría de un médico al realizarse plenamente como profesional, está acompañada de la tristeza de la enfermedad del paciente.(lo de la alegría es un decir, no digo que el Doctor se alegre porque haya enfermos). 

Por ello es imposible vivir en el utópico mundo de la felicidad total, pues algunos días seremos leones y otros seremos víctimas, es la esencia de vivir. De  ahí el inconformismo humano siempre habrá alguien enojado con el sistema, con el entorno, pero no se puede ser feliz ni  desdichado por siempre.

La pandemia que estamos viviendo nos deja ver muy claramente  que todo va alternando entre felicidad y tristeza, después de muchos años dominando y siendo felices destruyendo la naturaleza, ahora es ella quien se recupera y consta de nuestro dolor, pues se ha podido  recuperar, gracias al encierro que sufrimos por casi un año, muchos negocios que eran prósperos dejaron de serlo para dar paso a otros que sí lo eran, el petróleo, que era fundamental ya no lo era, fue más importante el agua y el jabón.

Es como la ley de la gravedad, "Todo lo que sube tiene que bajar", cuando escalamos al éxito vamos con alegría, pero alguien ya estará cayendo tristemente de sus logros para darnos paso, y nos pasará igual cuando alguien escale,  para lograr sus objetivos, muy probablemente será feliz con nuestra tristeza.

Por eso cuando estemos escalando buscando la realización de nuestras metas,  debemos ser cautos, pues la misma intensidad de  alegría al ascender, puede ser directamente proporcional a la intensidad de la tristeza de nuestro descenso.


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